Cosas de la CEO #13: No me vendas motos, que ya no me las creo

¿Recuerdas la época en la que los anuncios de la TV decían «¡Compra el mejor detergente del mercado! No hay otro mejor. Somos la marca más impresionante del mundo mundial».

Sí, es verdad, no recuerdo palabra por palabra cómo eran los anuncios de hace 30 años, pero sí recuerdo que hacían mucho hincapié en el producto, en lo grande que era la marca y también que te gritaban para que comprases, como si tú tuvieras que obedecer hasta al que te vendía los macarrones.

Aunque tengo buena memoria, me cuesta recordar exactamente cómo eran esos anuncios. ¿Sabes por qué? Porque ya no se hacen así. Están pasadísimos de moda. Si alguien nos hablase así, no le haríamos el más mínimo caso y nos sonaría a «vende-motos».

Sí, es una buena noticia que el marketing haya avanzado y se haya dado cuenta de que la sociedad es diferente, que ahora los consumidores (todos nosotros) estamos muy educados y no nos pueden vender cualquier baratija. Ahora necesitamos que nos den CONFIANZA y, si eso, pues ya les escucharemos para decidir si les dejamos entrar en nuestra vida.

La mala noticia es que otras áreas de la empresa aún no se han dado cuenta de que el mundo ha cambiado y que ahora son ellos los que tienen que convencer, en lugar de ser los convencidos.

Hace unos días, en un post de Linkedin que publiqué sobre cómo estaban redactadas las ofertas de empleo, muchas personas reaccionaron, ya sea con comentarios, con likes o visualizando el post. ¿El motivo? Que realmente muchas ofertas siguen «dando risa por no llorar», al igual que lo daban hace 30 años aquellos anunciantes que te gritaban por la TV como si estuvieran vendiendo churros en una feria.

Los candidatos (es decir, casi todos nosotros), ya no somos capaces de leer «muy buena atmósfera de trabajo», o «challenging project» o «equipo joven y motivado» o «se requiere buena presencia» o «empresa líder en el sector» o «desarrollo de carrera» sin que nos de la risa, o las ganas de llorar o, como decía un amigo, de invadir algo.

¿Por qué no somos capaces de creernos estas frases? Porque ya, de tanto usarlas sin ser verdad, ya suenan totalmente a vendedor de coches de segunda mano con el palillo en la boca. Quien las lee no se las cree. Es más, genera rechazo y desconfianza hacia la empresa que las publica.

Entonces, ¿las empresas que no son capaces de encontrar candidatos tienen una buena marca como empleadora? ¿O es algo que han descuidado por completo por pensar que «los candidatos tienen que venir a mí, porque yo pago»?

Estamos en un cambio total en la conceptualización de la forma de incorporar candidatos (me gusta llamarlos «futuros aliados») a las empresas. El cambio de chip es tan grande que, en ocasiones, pienso que va a llevar décadas el hacerlo.

Pero, ¿sabes qué? Que el propio mercado de trabajo se está encargando de cambiar las cosas. Los profesionales que se dedican a atraer y fidelizar el talento se van a dar cuenta. Espero que más pronto que tarde.

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